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Entradas de la Categoría ‘Participación Ciudadana’

El diseño estratégico aplicado a la generación de soluciones innovadoras que incentiven la denuncia de los delitos en México.

PRIMER COLOQUIO NACIONAL INVESTIGACIÓN PARA EL DISEÑO

El diseño estratégico aplicado a la generación de soluciones innovadoras que incentiven la denuncia de los delitos en México.

por María del Mar Sanz Abbud y Cecilia Sayeg Seade

Introducción

El artículo explora el impacto del diseño estratégico para motivar la participación ciudadana y potencializar al ICESI (Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, A.C.), como asociación civil, a través de su programa de denuncia anónima ¡No Te Calles! ¡No + Inseguridad!, enfocado a ofrecer soluciones en las necesidades e inquietudes de las víctimas del delito, y alentar la cultura de la denuncia delictiva en México.

Enlace

http://es.scribd.com/doc/151471886/Dialogos-de-Diseno

Datos bibliográficos

Universidad Autónoma de Aguascalientes Av. Universidad 940, Ciudad Universitaria Aguascalientes, Ags., 20131 http://www.uaa.mx/direcciones/difusion/editorial

Ricardo López – León Alma Rosa Real Paredes Ana Iris Acero Padilla

ISBN 978-607-7745-89-1
Impreso en México/Printed in Mexico

 

Diseño estratégico centrado en la solución de necesidades en relación a la participación ciudadana

El diseño estratégico puede ser un arma valiosa para motivar la participación ciudadana en la denuncia de delitos. El ICESI (Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, A.C.) opera desde hace cuatro años el programa ¡No Te Calles!, programa enfocado a ofrecer soluciones en las necesidades e inquietudes de las víctimas del delito, procurando alentar la cultura de la denuncia delictiva en México.

 Autoría

Marimar Sanz, Cecilia Sayeg

Inseguridad, un problema que afecta a la sociedad.

A partir del 2004, la inseguridad ha ocupado el primer lugar en la lista de las preocupaciones de los mexicanos. Estudios realizados ese mismo año indicaban que el 25% de la población había abandonado algunas actividades o hábitos cotidianos –tales como salir de noche, llevar dinero en efectivo o visitar parientes— por la inseguridad que se percibía.

De acuerdo con los datos de la última encuesta realizada por el ICESI, la ENSI-6/2009 (Sexta Encuesta Nacional sobre Inseguridad), el 85% de los delitos no son denunciados, dato mejor conocido como cifra negra; indicador evidente sobre el nivel de credibilidad e ineficacia en las instituciones que procuran e imparten justicia.

¿Las causas? Más de la mitad de la población consideraba que denunciar era una pérdida de tiempo, además de sentir desconfianza en las autoridades. Esta situación ha llevado al deterioro de la calidad de vida de nuestra sociedad. A partir de esta necesidad, el ICESI -asociación civil, autónoma y objetiva-, ha generado estadísticas sobre la inseguridad en el país (conocidas como Encuestas Nacionales sobre Inseguridad o ENSI).

Las ENSI aplican un diseño, metodología y análisis avalados por la ONU, resultando ser el mejor instrumento para conocer la magnitud y las modalidades de la criminalidad.

 

ENSI: herramientas informativas sobre la inseguridad nacional.

Las ENSI son una radiografía sobre la inseguridad en México, ya que además de ofrecer datos duros sobre la incidencia delictiva (número y tipo de delitos que se cometen realmente), permiten conocer la percepción del ciudadano sobre los niveles existentes de criminalidad en el país.

Los resultados obtenidos develaron la poca eficiencia en las instituciones que procuran justicia. Estos resultados fueron la punta de lanza para la generación de soluciones innovadoras, que incentiven la denuncia de los delitos en México y, por consiguiente, un nuevo reto para el ICESI: ¿qué y cómo hacer para alertar, ayudar y guiar a los ciudadanos sobre la situación delictiva, que promueva, al mismo tiempo, una cultura de la denuncia?

 

Transformar una problemática en soluciones innovadoras

La meta se definió, trazar el plan para lograrlo era el siguiente paso; se visualizaba una oportunidad y la inserción del diseño estratégico era herramienta ideal para lograrlo, por su enfoque centrado en el ser humano.

Surgió una oportunidad ante el ICESI, se creyó que se podía lograr un cambio significativo en el ámbito social en México, generar un espacio de catarsis e incentivar una mayor participación ciudadana para la denuncia de delitos. Basados en herramientas y métodos del diseño estratégico el proyecto debía cubrir tres aspectos:

  1. El deseable, se refiere a la necesidad del proyecto. En este caso, consiste en crear un espacio de interacción con los ciudadanos de manera amigable donde se expresen, de manera libre y anónima, sobre los hechos delictivos y, además, conocer algunos modus operandi de la delincuencia. La información recolectada se presenta tanto a los ciudadanos a través del portal y de medios de comunicación, como a instituciones académicas, sociales y públicas.
  2. El factible, es de acuerdo al modelo de organización de la asociación: el ICESI tiene una organización flexible, trabaja proyectos con equipos multidisciplinarios a larga distancia y se rige bajo objetivos establecidos. Su presencia en medios es, principalmente, a través de internet, pero cuenta con otros canales tales como medios de comunicación y gobierno. El equipo principal está formado por especialistas en materia de criminología y estadistas que analizan y procesan la información.
  3. El viable financieramente: el ICESI al ser una organización de la sociedad civil, cuenta con el apoyo y donaciones tanto de instituciones públicas y como privadas para el desarrollo de investigaciones y proyectos.

 El proyecto cubría los tres aspectos, siendo un indicador clave para su inicio; además, se consideraron factores externos (políticos, económicos, sociales y tecnológicos) con el fin de que sus riesgos fueran controlables. Éste se empezó a gestar.

El proyecto se enfocó a generar un lugar de interactividad entre los usuarios, como emisores y receptores, donde ellos mismos generarían la información de manera libre, anónima y, al mismo tiempo, serían los receptores de la misma.

Con el objetivo de contar con diferentes perspectivas para abordar el proyecto, se conformó un equipo multidisciplinario, y se definió una visión concreta y la metodología que se aplicó utilizó herramientas comunes del diseño como técnicas de observación, generación de ideas, la discusión, el análisis y la síntesis. Una vez definida la primera fase, el desarrollo del proyecto tomó lugar, contando con la financiación por parte de una fundación privada y, en junio del 2007, se realizaron las primeras pruebas piloto del proyecto.

 

¡No Te Calles! ¡No + Inseguridad!, una innovación en el ámbito social

En septiembre de 2007, el ICESI lanza el programa ¡No Te Calles! ¡No + Inseguridad!, (http:// www.notecalles.org.mx ) siendo un portal en internet único en su género y, por lo tanto, una innovación en el campo social, con los siguientes objetivos:

  • Generar un espacio para compartir experiencias, de manera libre y anónima, en materia delictiva entre los ciudadanos, actuando como una alerta ciudadana sobre hechos y conductas.
  • Conocer algunos modus operandi de la delincuencia, señalar sus experiencias y patrones delictivos más frecuentes, formando una base de datos con coordenadas específicas del lugar, tipo y hora de la comisión del ilícito.
  • Ofrecer consejos de seguridad a los ciudadanos.
  • Promover la cultura de la denuncia.

La implementación del programa se realizó en internet, como una herramienta eficaz y estratégica para el proyecto, por las siguientes características:

  1. Ser un medio que facilita el lenguaje bidireccional, personal, coloquial, dialogal, conversacional donde el individuo es actor y no un receptor pasivo, generando un espacio de catarsis, siendo uno de los objetivos del proyecto;
  2. Bajo costo de operación y mantenimiento.

Para la elaboración del portal se tomaron en cuenta parámetros de accesibilidad, funcionalidad, usabilidad y estética, con el objetivo de inspirar confianza al usuario para que se exprese libremente.

La información recibida, por parte de los usuarios, es procesada y publicada en el mismo portal, generando así una interactividad entre usuarios y contando con el respaldo del ICESI, una institución respetada en el ámbito de la inseguridad por los estudios constantes que realiza. Además, la información recopilada se envía a los medios de comunicación y a las autoridades para propiciar que realicen sus funciones eficientemente. La información obtenida puede servir como base para que el gobierno diseñe estrategias y políticas enfocadas a reducir los focos rojos.

El proyecto ha establecido una estructura que le permite ser autosuficiente a través de procuración de fondos, además de ofrecer información especializada a empresas socialmente responsables.

 

Implementar el diseño estratégico en la comunicación visual de ¡No Te Calles!

El programa logra trasmitir los objetivos planteados a través de una comunicación visual eficiente. Se diseñó una identidad propia, connotando orden, coherencia, estructura e inclusión.

Por ser un sitio en internet, tiene las características ya mencionadas de usabilidad, navegabilidad y funcionalidad que permite tener un acceso rápido al sitio, su visualización se adapta a la mayor cantidad de navegadores existentes y se crea presencia en los principales buscadores.

Por ser un diseño centrado en el usuario, cuenta con un lenguaje claro, tanto en el contenido escrito como en el visual; la inserción de íconos en cada una de las secciones, genera referencias, haciendo más fácil la ubicación de las mismas.

Uno de los atributos principales del sitio es el de los cuestionarios, éstos se encuentran disponibles para que los ciudadanos registren los hechos delictivos, de forma anónima, facilitando la participación y generando confianza. Están diseñados de forma intuitiva, siendo obvia la solución del mismo, logrando que las personas puedan hacer catarsis de forma cordial y ofreciendo información valiosa para el programa.

El diseño del sitio es funcional y amigable, el uso del color, la tipografía, las infografías, se encuentran en armonía, logrando generar así, empatía con el ciudadano.

 

Tiempo para ver los cambios

Desde su lanzamiento, ¡No Te Calles! ha tenido un crecimiento constante, lo cual se aprecia a través del número de visitas al sitio, las historias que se reciben, las propuestas que se comparten y los suscriptores al boletín del mismo. Actualmente se recibe información de todos los Estados del país y se han establecido alianzas con diferentes empresas y organizaciones civiles. Además de obtener reconocimientos por parte de la iniciativa privada y pública.

 Durante la evolución que ha tenido el programa ¡No Te Calles!, el equipo de trabajo ha aprendido a identificar nuevas necesidades para generar ideas innovadoras que resultan en diversas estrategias de desarrollo para el bien común de los ciudadanos. Este desarrollo pretende fomentar una cultura de la denuncia en la población mexicana.

 Ser el referente obligado en materia delictiva es la nueva meta que se tiene para No Te Calles. Resta mucho camino por recorrer y la falta de recursos económicos lo ha hecho más largo.

Es imposible pensar en una sociedad sin crimen, sin embargo, la aplicación del diseño estratégico en el programa No Te Calles ha sido, y es, un arma útil que ofrece soluciones relevantes a los ciudadanos en México, lo cual ha inducido la generación de cambios positivos en la calidad de vida de la ciudadanía.

 El ICESI es cada vez más valorado y aceptado, y funge como uno de los principales vínculos entre sociedad y gobierno. El Instituto seguirá insistiendo en los objetivos planteados y, hasta hoy, su estrategia de desarrollo es prometedora.

 

Bibliografía

Publicaciones Electrónicas

ENSI‐6. Instituto Ciudadano de Estudios sobre Ia seguridad. Encuesta Nacional sobre Inseguridad, disponible en http://www.icesi.org.mx/estadisticas/estadisticas_encuestasNacionales_ensi6.asp en línea el 1 de Septiembre de 2009.

La importancia de denunciar, Boletín Hoy No Te Calles disponible en http://www.notecalles.org.mx/ntc_hoy/2009/denunciaIntel.asp, en línea el 9 de Septiembre de 2009

Diseño es negocio no.2 disponible en http://www.disenoesnegocio.com/ en línea el 5 de octubre de 2009

El espejo indiscreto, por Luis de la Barreda Solórzano disponible en http://www.icesi.org.mx/publicaciones/articulos/index.asp en línea el 10 de Diciembre de 2009

 

Sitios

IDEO, Human Center Design Toolkit, disponible en http://www.ideo.com/work/item/human-centered-design-toolkit/, en línea el 7 de octubre de 2009

Design Against Crime Research Centre. Design Methodology

disponible en http://www.designagainstcrime.com/index.php?q=designmethodology, en línea el 7 de octubre de 2009

E-Cartel con carácter social en las redes sociales digitales

E-Cartel con carácter social en las redes sociales digitales

Participación Ciudadana. Definición

Desde la perspectiva normativa, el término de participación ciudadana puede restringirse a aquellos casos que representan una respuesta, individual o colectiva, de la sociedad a una convocatoria realizada por parte de las autoridades gubernamentales en aquellos espacios institucionales que éstas designan o crean. O como la plantea el doctor Jorge Balbis, la participación ciudadana se entiende como “toda forma de acción colectiva que tiene por interlocutor a los Estados y que intenta –con éxito o no- influir sobre las decisiones de la agenda pública”.

Jorge Balbis, “Participación e Incidencia Política de las OSC en América Latina”, Asociación Latinoamericana de Organizaciones de Promoción, s/f, en http://equipopueblo.org.mx/part_inci_alop.htm

 

Sin embargo a pesar de este aparente acuerdo, la discusión del significado de participación ciudadana apenas está tomando fuerza en México. Una de las nociones más frecuentes es la que distingue dos formas de participación, por una parte, “una que se refiere a la posibilidad de intervenir en la toma de decisiones” y por otra, la “que enfatiza la toma de posición de un individuo, independientemente de su poder de intervención en las decisiones públicas”. Socorro Arzaluz Solano, “La Participación Ciudadana en el Gobierno Local Mexicano: Algunas reflexiones teóricas”, IGLOM,  1999 en http://www.iglom.iteso.mx/HTML/encuentros/congresol/pm4/arzaluz.html

 

De acuerdo con esta noción, existe una clara separación entre dos formas de participación: en una se tiene la posibilidad de intervención y en otra no, sin punto medio.

Por ejemplo, desde la perspectiva que privilegia la relación entre la participación y el estado, Alicia Ziccardi  afirma que uno de los principales problemas con los que se topa el concepto de participación ciudadana es que “pretende abarcar todo un universo de asociaciones o agrupaciones del ámbito social, independientemente de que tengan o no como objetivo incidir en el espacio público estatal”. 

 

Alicia Ziccardi, “Gobiernos locales: el futuro político de México”, IGLOM, 1999 en http://iglom.iteso.mx/HTML/encuentros/congresol/pm4/ziccardi.html (consulta: 25 noviembre 2005).

 

Para esta autora, la participación implica forzosamente una vinculación entre las organizaciones civiles o ciudadanos y el Estado, que permita una participación efectiva. Desde otra perspectiva, Silvia Bolos hace referencia a dos formas básicas de participación; una que implica decisiones de los ciudadanos en asuntos de interés público, como las elecciones, el plebiscito o el  referéndum, y otra que implica las prácticas sociales que responden a intereses, muy particulares, de los distintos grupos que existen en toda sociedad. Lo importante para Bolos es que “ya sea para tomar decisiones, para gestionar o para obtener respuesta a problemas particulares, la participación debe ser vista como un proceso que incluye dos actores centrales: el gobierno y la sociedad”.

 

Silvia Bolos Jacob, Los dilemas de la participación en gobiernos locales,  presentado en el 2do Congreso IGLOM, México, 2001en: http://iglom.iteso.mx/HTML/encuentros/congreso2/congreso2/ponencias.html (consulta: 24 octubre 2005).

http://www.diputados.gob.mx/cesop/Comisiones/d_pciudadana.htm – _ftn4

 

Dicho de otra manera, esta autora considera que las actividades de los grupos sociales remiten a dos formas de participación; la que se realiza con fines e intereses específicos, sin que incluya una demanda o una relación hacia las instancias de gobierno (asociaciones tipo padres de familia, grupos juveniles, grupos de autoayuda, grupos de salud alternativa, etc.), y toda una gama de asociaciones y organizaciones agrupadas alrededor de demandas de diversa índole así como el conjunto de Organizaciones no Gubernamentales (ONG), que pueden o no tener relación con las instancias de gobierno y los partidos.

 

Una tercera posición sostiene que la organización de grupos e individuos que busca influir en las políticas públicas debe por definición considerarse participación política. En este sentido, Fernanda Somuano afirma que todo esfuerzo realizado por los ciudadanos que busque influir en las decisiones de políticas públicas y en la distribución de bienes públicos, sin importar el medio, “puede considerarse participación política, independientemente de que quienes detenten el poder la acepten o no”.

María Fernanda Somuano Ventura, “Los determinantes de la participación política no electoral en México” en Reconstruyendo la ciudadanía. Avances y retos en el desarrollo de la cultura democrática en México., Miguel Ángel Porrúa, México, 2002, 457.

 

Cabe mencionar que las anteriores definiciones no son exhaustivas, ya que su objetivo es brindar un panorama concreto sobre el concepto de participación ciudadana. Sin embargo, vale la pena aclarar que términos como transparencia y acceso a la información, organizaciones de la sociedad civil y mecanismos de democracia participativa (o semidirecta), como el referéndum, el plebiscito, la iniciativa y la consulta popular y la revocación de mandato, son indispensables para entender la participación ciudadana en los sistemas políticos contemporáneos.

 

[Citar como] Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública, «Definición», en Participación Ciudadana [Actualización: 17 de febrero de 2006], en http://www.diputados.gob.mx/cesop/

http://www.diputados.gob.mx/cesop/Comisiones/d_pciudadana.htm – _ftn5Somuano define la participación ciudadana más por la intención y los mecanismos utilizados por la sociedad civil que por los instrumentos que el Estado ofrece para ello.

Fuente : http://www.diputados.gob.mx/cesop/Comisiones/d_pciudadana.htm#%5BCitar%20como%5D

Proyecto de Innovación Social para TECHO

Se aplicó en Tlacoapa, comunidad chinampera de XochimilcoPromueve y provoca la motivación en habitantes de zonas marginadas. Su metodología permite replicarlo en cualquier comunidad en extrema pobreza de México

vía PROYECTO DE INNOVACIÓN SOCIAL PARA TECHO.

Fuente : http://www.uia.mx/web/site/tpl-Nivel2.php?menu=mgPrensa&seccion=piInicio_estrategas&sitio=detalle_comunicado.php&id_noticia=1388&foto_principal=1#

Retiren APP móvil para denunciarse entre ciudadanos.

Retiren APP móvil para denunciarse entre ciudadanos.

1. Indicación Bibliográfica

http://www.facebook.com/edusoinicis

twitter: @edusoinicis @migrubio rubio.miquel@gmail.com http://www.miquelrubio.com

2. Autores / Organización

Miquel RubioTécnico superior en Animación Sociocultural (TASOC), Experto en Servicios de Información Juvenil e información al ciudadano por la Universidad de Salamanca, y Especialista en Coordinación y Gestión de Programas y Servicios para la Juventud por la Universidad de Valencia. Actualmente finalizando sus estudios en el grado de Educación Social por la Universitat Oberta de Catalunya.

www.facebook.com/edusoinicis

twitter: @edusoinicis @migrubiorubio.miquel@gmail.com http://www.miquelrubio.com

3. Palabras clave

Participación ciudadana, dignidad, cambio

4. Idea central

Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) ha puesto en marcha una aplicación para móviles que permite denunciar la pobreza en sus instalaciones y fomentar la delación entre iguales. Todo ello, dentro de la categoría de “comportamientos incívicos”.

A partir de ahora, cualquiera podrá denunciar a los pobres que se encuentre en su trayecto por los ferrocarriles catalanes, para que así puedan “viajar tranquilos”. Esta medida, especialmente grave en el actual contexto de crisis, es un ataque directo contra la sociedad en general, y sobre todo contra aquellas personas más desfavorecidas.

5. Información

Es vergonzoso y lamentable que una institución pública como FGC realice estos ataques contra la dignidad e integridad de las personas. ¿Qué será lo próximo? ¿Aplicaciones para denunciar indocumentados? ¿Gays? ¿Negros? ¿Gente gorda o delgada? ¿Altos o bajos?
¡Basta ya de agresiones a la dignidad de las personas!

LOCALIZACIÓN REAL O VIRTUAL ¿Dónde va a realizarse el proyecto?

Este proyecto se llevará a cabo a través de la página http://www.change.org, que será la plataforma encargada de la recogida de firmas. También, desde de mi blog se le dará difusión, así como explicación del mismo y novedades. Y, como no, desde nuestras redes sociales:

http://www.facebook.com/edusoinicis y http://www.twitter.com/edusoinicis

DESTINATARIOS ¿A quién va dirigido este proyecto?
A la ciudadanía en general.

OBJETIVOS GENERALES Y ESPECÍFICOS ¿Qué pretende conseguir el proyecto?
Que FGC retire la aplicación que permite discriminar la pobreza.

TEMPORIZACIÓN ¿Cuánto dura el proyecto?
No existe una temporalización máxima. A pesar de ello, se espera que en el mínimo tiempo posible FGC retire esta aplicación.

METODOLOGÍA Y ACTIVIDADES ¿Cómo voy a llegar a conseguir mis objetivos?
1.Se creará la plataforma de recogida de firmas.
2.Se dará difusión entre amistades, conocidos y diversos foros que traten la temática.
3.Se pondrá en contacto con los medios de comunicación para trasladar el debate a los medios de comunicación.

RECURSOS HUMANOS Y EQUIPO TÉCNICO ¿Quién va a realizar el proyecto?
El creador de la petición de firmas.
Change.org, y sus campañas de difusión.
Medios de comunicación.
La ciudadanía en general.

EVALUACIÓN ¿Cómo sabré si he cumplido mis objetivos?

Cuando FGC retire la aplicación.
Nivel de debate en la sociedad.

FGC estrenó una nueva aplicación para móviles que permite a los viajeros avisar de “comportamientos incívicos” en trenes o andenes. El principal problema es que, entre estos comportamientos denunciables se encontraba la indigencia o la música ambulante. Esta vergonzosa aplicación incluso permitía clasificar en la denuncia el ‘tipo de mendigo o pedigüeño’ del que se trata.

Pero, tal como se han hecho eco en varios medios de comunicación, nacionales e internacionales, esta medida no sólo permitía la denuncia de la pobreza, denuncia que por otro lado, ya hemos conseguido ganar, gracias a la anterior petición http://www.change.org/es/peticiones/ferrocarrils-generalitat-catalunya-retiren-app-m%C3%B2bil-per-denunciar-indigents-retiren-app-m%C3%B3vil-para-denunciar-indigentes

A pesar de todo el eco mediático, FGC sólo declara que estos cambios, que eliminan la posibilidad de denunciar la pobreza, son debidos a «cambios para mejorar esta APP», pero, en ningún caso hacen referencia a nuestra anterior petición, ni al debate social surgido, es más, incluso a algunos periodistas les han sugerido que podrían volver a incluirla…

Es por eso, que a pesar de este primer avance, no podemos quedarnos inmóviles ante los ataques de las administraciones públicas, y por eso comenzamos esta nueva demanda de firmas, pidiendo a FGC que retire esta aplicación, de forma definitiva… Una cosa es alertar de instalaciones en mal estado, otra muy diferente, delatarnos unos a otros…

Los ciudadanos, los usuarios de FGC, no somos policías, estamos convencidos que la delación no es una opción en la sociedad actual, la solución, pasará porque la Administración actúe allá donde haga falta para evitar los actos incívicos. La ciudadanía no tiene que asumir la carga y la responsabilidad de la administración, sino que por la contra, tiene que ser la Administración quien vele por los intereses de los ciudadanos, así como por nuestra seguridad, educación,…

http://www.change.org/es/peticiones/ferrocarrils-generalitat-catalunya-retiren-app-m%C3%B2bil-per-denunciar-se-entre-ciutadans-retiren-app-m%C3%B3vil-para-denunciarse-entre-ciudadan-s

 

6. Ideación

Participación Ciudadana

Definición por Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales

La participación ciudadana se entiende como la acción individual o colectiva que tiene como interlocutor al Estado y que intenta influir sobre las decisiones de la agenda pública en las distintas etapas del ciclo de las políticas públicas.

Hoy en día existen en el sector ambiental los mecanismos para que cualquier ciudadano o ciudadana ejerza su derecho a la participación en igualdad de condiciones. Entre éstos destacan los diversos órganos de participación ciudadana que operan en el sector y en los cuales está representada la sociedad civil, así como la consulta pública, la petición y la denuncia popular.

http://www.semarnat.gob.mx/transparencia/participacion/Paginas/inicio.aspx

«Mañana o Pasado. El misterio de los Mexicanos»

1. Indicación Bibliográfica

CASTAÑEDA, Jorge, «Mañana o Pasado. El misterio de los Mexicanos,» 2011.

 2. Autores

Nació en México D.F, en 1953. Fue Secretario de Relaciones Exteriores de México y buscó ser candidato independiente a la Presidencia de la República. Ha sido profesor durante 25 años en la Universidad Nacional Autónoma de México y actualmente es catedrático en la Universidad de Nueva York. Es articulista de los diarios Reforma (México) y El País (España), y de la revista  TIME. Ha escrito más de quince libros, y de algunos es coautor publicados en toda América Latina, Estados Unidos y Europa.

3. Palabras clave 

Participación ciudadana,

4. Idea central

Algunas reflexiones sobre el tema son :¿ es posible realizar un cambio de actitud ? ,¿ las nuevas generaciones querrán seguir viviendo dentro de esta ceguera social ? Con las nuevas tecnologías siendo los  medios idóneos para generar nuevas narrativas y diálogos, ¿se podrán en manifiesto como herramienta idóneas  que impulsen el cambio? Se genere una participación social, las conciente y presente en nuestra sociedad donde se impulse el cambio hacia la mejora de nuestra sociedad.

 

CAPITULO 1: De por qué los mexicanos rechazan los rascacielos y son malos para el fútbol.

“El carácter nacional mexicano y sus rasgos más sobresalientes deben colocarse en el caldero de similitudes y diferencias respecto a otros países, en principio para que sirvan como una herramienta comparativa inicial que subraye actitudes y prácticas que unen a los mexicanos y que los distinguen de los demás. Se podría empezar, como lo haremos aquí, por la prueba anecdótica de una tragedia mexicana que conocen “todos los que aman y quieren al fútbol”, aunque sea inconscientemente.”

“Durante los Juegos Olímpicos de 2008 en Beijing, Juan Villoro, uno de los miembros más distinguidos de la narrativa mexicana y también un notable analista deportivo, escribió un artículo de México. Villoro se lamentaba de que, una vez más, México había fracasado en las Olimpiadas, pero un poco menos brutalmente en los deportes individuales que en los colectivos. Las únicas dos competencias en las que México – un país de 112 millones de habitantes, y un PIB per cápita de casi 15 mil dólares en Paridad de Poder de Compra (PPC) en ese momento – sacó medallas fueron en Tae Kwon Do y clavados, deportes individuales por definición (por cierto, fueron dos de oro en Tae Kwon Doy una de bronce en clavados). En su artículo, Villoro reformulaba una conclusión empíricamente demostrable que Alan Riding ya había anotado en su clásico de 1985, Vecinos distantes. “El mexicano – se lamentaba – no es jugador en equipo: en los deportes sobresale en el box, pero no en el fútbol;  en el tenis pero no el basquetbol.” Riding se refería a un puñado de boxeadores estelares del pasado (Rodolfo Casanova, Kid Azteca, Vicente Zaldívar, Rubén Olivares y Pipino Cuevas) y, de modo profético a Maromero Páez y Julio César Chávez, así como a las estrellas de tenis Rafael Osuna y Raúl Ramírez de los años sesenta y setenta del siglo XX. Pudo haberse referido también a otro deporte individual – aunque no todos estarían de acuerdo con el apelativo “deporte” – en el cual sobresalen los mexicanos. Me refiero, por supuesto, al toreo donde México reta constantemente a España. Desde el momento en que el antiguo corresponsal del New York Times escribió esta generalización lapidaria, los mexicanos no han hecho más que comprobarla. México nunca ha llegado más allá de los cuartos de final en los Mundiales de fútbol, a pesar de ser el único país “tercermundista” en haberlo albergado dos veces; nunca ha generado un número de estrellas en las ligas mayores de béisbol comparable a la República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela o ahora Cuba, a pesar del éxito de Beto Ávila en 1954 con los Indios de Cleveland, o de Fernando Valenzuela en 1981 con los Dodgers de Los Ángeles. Los mexicanos siempre han dado malos resultados en las competencias internacionales de béisbol, incluyendo las Olimpiadas. Somos casi siempre superados en la Serie del Caribe como en el Mundial de béisbol, a pesar de ser, comparativamente, un país mucho mayor y más rico que muchos de los contendientes.” (p.39)

“Nuestros dos atletas más sobresalientes de los años ochenta, noventa y principios del siglo XXI – Hugo Sánchez y Ana Gabriela Guevara- fueron estrellas individuales que brindaron grandes alegrías, pero sólo ellos. En general los deportistas del país han seguido decepcionando a sus seguidores en cada torneo internacional de futbol en cada Olimpiada. Desde los juegos de 1900 – los primeros en los que participó México – se han ganado un total (lamentable) de 55 medallas, de las cuales 47 se otorgaron a competidores en deportes individuales y sólo 8 a deportes colectivos. Para el año 2010, la única atleta de clase mundial era la golfista Lorena Ochoa, una competidora altamente individualista, en un deporte individual por excelencia.” (p.40)

“Las ligas de fútbol de Sudamérica, fundadas a finales del siglo XIX y a principios del XX, fueron traídas del Nuevo Mundo por los ingleses y copiaron muchos de sus rasgos. Equipos como River Plate (fundado en 1901) y Boca Juniors (1905) en Buenos Aires; Peñarol (1913) en Montevideo; Colo-Colo (1925) en Chile;  Palmeiras (1914), Flamengo (1895) y Santos (1912) en Brasil funcionaban como clubes sociales. Todos tenían miembros, algunos con más influencia que otros; algunos incluso podían desarrollar allí una carrera no futbolística, y gozaban de accesos gratuitos o con descuentos considerables a los partidos. Pero contaban con muchos más beneficios: instalaciones deportivas, actividades sociales (de procuración de fondos, por ejemplo), escuelas especiales para los miembros del club y ligas de fútbol infantiles. En pocas palabras no eran meros equipos deportivos, sino clubes sociales donde los inmigrantes (en su gran mayoría italianos en Argentina, Uruguay y Sao Paulo) interactuaban y fungían como sociedades de autoayuda.”

“En México prácticamente nunca ocurrió lo mismo, al menos hasta hace poco, y a duras penas. Los equipos de fútbol mexicanos más antiguos, el América y el Necaxa en la ciudad de México, o el Guadalajara (fundado en 1906 aunque el fútbol profesional empezó sólo en 1943), eran sólo eso: equipos de fútbol. No había miembros, ni beneficios, ni mucho menos redes y actividades sociales. Tan es así, que varios equipos se mudaron de ciudad. A lo sumo, había porras más o menos organizadas que ocupaban asientos especiales en los estadios. Sólo en los últimos años algunos equipos (el América y el Guadalajara fundamentalmente, y antes los Pumas, fundado como equipo profesional en 1954, o hace un siglo en los casos de Atlas y de Pachuca) crearon algo ligeramente similar a los equipos sudamericanos, con ligas infantiles, instalaciones deportivas, etcétera. Se podría argumentar que esto se deba a que ni los ingleses, ni los inmigrantes pasaron realmente por México, y por ende, no heredaron al país esa clase de estructuras colectivas. Pero no basta esta explicación. Lo cierto es que a los mexicanos no les gusta sociabilizar colectivamente. Prefieren su equipo, y punto. A lo más que llegan es a acudir a los eventos de lucha libre que ni siquiera en el medio oeste norteamericano es tan popular como en México. “(p.41)

“Si retrocedemos a la época precolombina, aparece un antecedente de esta tendencia individualista, así como la evidencia de su surgimiento previo a La Conquista. Si bien existió un espíritu colectivo precolombino, éste era magro y se limitaba a ciertos rituales, a los sistemas de tendencia de la tierra y algunas actividades militares. Según se puede deducir de inscripciones en las ruinas de arenas deportivas (de Chichén Itzá, en Yucatán; de Tlatilco, cerca del lago de Texcoco; en San Lorenzo, los restos olmecas más antiguos, en Veracruz y, sobre todo, de Tajín, sitio a partir del cual probablemente se inspiraron las demás representaciones de estadios y arenas deportivas), el juego de pelota, por ejemplo, era tanto colectivo como individual. Dos equipos, que representaban el inframundo y el cielo, se enfrentaban para determinar la suerte de la vida local y de la civilización; pero abundan las referencias al hecho de que en la arena, los equipos estaban representados únicamente por su capitán. En Tajín subsiste un bajorrelieve donde, como lo describe Paz, se ve claramente el sacrificio del capitán del equipo perdedor. En otra representación, también de Tajín, se distingue un jugador decapitado, con siete serpientes enredadas en su torso mutilado; y en Chichén aparece otro decapitado más. De acuerdo con varias fuentes (aunque no existe un consenso general entre los arqueólogos), el capitán del equipo ganador gozaba del privilegio exclusivo de cortarle la cabeza al del equipo derrotado una vez concluido el juego de pelota. El espíritu individualista del torneo llegaba a su cima en las consecuencias claramente individuales de perder. A la vez el capitán del equipo vencido representaba a una colectividad y pagaba por sus fracasos, pero la cabeza que rodaba era la suya; el castigo, aunque representacional y simbólico, era a todas luces individual.” (p. 42)

“También a nivel anecdótico, pero de ninguna manera insignificante, se puede decir que el primer “mexicano”, en el sentido actual del término, no fue el hijo de la Malinche y Hernán Cortés, Martín Cortés, como cuenta la leyenda (aunque estrictamente hablando los primeros “mexicanos”  fueron los hijos del explorador español Gonzalo Guerrero, mestizos nacidos en la península de Yucatán). Cortés tuvo dos hijos, ambos llamados Martín: uno nacido fuera del matrimonio con Marina, y otro con su mujer española, quien heredó el título nobiliario. El “primer mexicano” fue la Malinche misma, que se ganó la confianza de Cortés y le tradujo y explicó la naturaleza de los retos a los que se enfrentaría; lo acompañó y consoló cuando las circunstancias se tornaron amargas y lo apoyó cuando mejoraron; y no sólo fue la madre de sus hijos y con quien compartía cama, sino sobre todo fue su aliada y consejera política. A pesar de su origen indígena, Marina se convirtió en la primera mexicana en cuanto puso en práctica lo que sus descendientes repetirían: buscar soluciones individuales a problemas colectivos, llevando ambos términos al extremo. La solución individual consistió en seducir y acostarse con el enemigo, y el problema colectivo fue nada menos que el cataclismo que golpeó en Tenochtitlan. La Malinche simplemente recurrió a sus talentos individuales para convertir la necesidad en virtud, y salvar espléndidamente bien su pellejo. Otros mexicanos han seguido el mismo sendero, aunque pocos en el mismo éxito y cinismo.” (p. 43)

El cómo y el por qué del individualismo mexicano:

“La conclusión del acertijo deportivo se antoja evidente: los mexicanos son individualistas a ultranza en los logros atléticos, sobresalen en las competencias individuales y fracasan rotundamente en los deportes colectivos. Pero este comportamiento se repite en un gran número de empeños de naturaleza análoga. Los mexicanos suelen mostrar un desempeño mediocre con todo tipo de actividad que involucre más de uno, en una de esas por buenas razones. Alguna vez un estudiante mexicano de la Universidad de Rice en Houston, durante una charla donde expuse esta teoría, no muy científica, me sugirió que quizá nos convenía evitar las acciones colectivas. Los escasos ejercicios colectivos que hemos intentado – la lucha por la Independencia, la Revolución de 1910, el movimiento estudiantil 1968, o incluso la transición a la democracia en el año 2000 – no constituyeron precisamente éxitos rotundos. ¿Para qué insistir?.”

“La conclusión de Villoro es que los mexicanos sobresalimos en tareas que exigen soledad y sufrimiento, como la literatura y el Tae Kwon Do. Pero entonces: ¿por qué son los mexicanos solitarios e individualistas? La respuesta inmediata quizá se refiera al problema de la acción individual versus la colectiva, y a una versión mexicanizada de proverbial dilema del prisionero. Como se sabe, ésta es una metáfora utilizada en la teoría de juegos y en la microeconomía para ilustrar las contradicciones internas propias de las acciones colectivas, busca indagar si es mejor para dos prisioneros cooperar entre sí y tener altas probabilidades de negociar un trato más o menos mediocre, pero que asegure su eventual liberación, o si es preferible que cada quien negocie su liberación o planee su escape por cuenta propia y obtenga un resultado más ventajoso pero con menores probabilidades de cumplirse. La respuesta mexicana consiste en la alegoría clásica de los cangrejos encerrados en una cubeta a punto de ser hervidos – misma que de seguro existe en una u otra versión en otros países pero que en México está tatuada en el subconsciente de cada ciudadano, joven o viejo, rico o pobre. Los mexicanos son como cangrejos en una cubeta, todos ansiosos por fugarse de su eterno estado de cautiverio. Si por azar uno de ellos se acerca al borde de la cubeta y se aproxima a la orilla, los demás se encargan de arrastrarlo de vuelta al fondo. Prefieren, por mucho, verlo morir con ellos que dejarlo vivir solo. Aunque la parábola también se puede leer al revés, esto es, como reflejo de la acción colectiva en México contra el individualismo de un cangrejo que se convierte en objeto de la proverbial envidia mexicana al éxito, es preferible entenderla como una expresión del individualismo per se.” (p.44)

“Este desprecio por la acción colectiva no es meramente anecdótico o producto del psicoanálisis salvaje. Ahora que el país se liberó por fin del régimen autoritario del pasado y ha integrado más firmemente su economía con la de Estados Unidos, el corporativismo sindical y sus correspondientes afiliaciones, por ejemplo, que construían parte integral de la maquinaria del PRI y que no sólo resultaban gratificantes para los trabajadores sino que en muchos casos eran obligatorias, han caído dramáticamente. La cifra de sindicalización en México es mucho menor que en otros países de América Latina, como Brasil, Argentina, Bolivia y Chile, y más cercana a países como Estados Unidos. Entre 1995 y el año 2005 al 16% del total de los trabajadores, mientras en otros países de América Latina el porcentaje se situaba alrededor de 20%. Asimismo, la participación de la sociedad civil mexicana en cualquier tipo de asociación – sea de beneficencia, religiosa, comunitaria o educativa – es tristemente menor que en los demás países de la región, como por ejemplo Colombia. En México, en 2009, con una población de más de 110 millones de habitantes, el Centro Mexicano para la Filantropía contabilizó 10,704 organizaciones no lucrativas registradas, de las cuales más o menos la mitad podía recibir donaciones deducibles de impuestos. Las cifras correspondientes en Colombia alcanzaban más del doble, a pesar de que tiene menos de la mitad de la población que México. Esto se podría explicar, al menos parcialmente, por el escepticismo natural de los mexicanos respecto al uso que se hace de sus donativos, que no siempre poseen un destino tan filantrópico como se esperaría. Según el Centro de Estudios de la Sociedad Civil de la Universidad de John Hopkins, el país con mayor porcentaje de donaciones caritativas en relación con el PIB es Estados Unidos, con 1.85%  países latinoamericanos como Argentina, Colombia, Brasil y Perú pertenecen a categoría intermedia (excluyendo los donativos a iglesias). En la lista, que incluye 40 naciones, México figura en último lugar, con un porcentaje de 0.04% del PIB.”(p.45)

“Estados Unidos reúne aproximadamente 2 millones de organizaciones civiles (categoría que no es del todo equivalente a la de organizaciones no lucrativas), o una por cada 150 habitantes; en Chile hay 35mil, una por cada 428 chilenos, en México, sólo Reyes Heroles, 85% de los estadounidenses participan en cinco o más asociaciones, mientras que en México 85% de los ciudadanos no pertenecen a ninguna. Según Reyes Heroles, la afiliación más común entre los mexicanos es la de las organizaciones religiosas, si en Estados Unidos, uno de cada diez empleos se localiza en el “tercer sector” (o la sociedad civil), en México la cifra equivalente es uno de cada 210 trabajos. En encuestas de 2001, 2003 y 2005 sobre la cultura política en México, un invariable 82% de los encuestados confesó no haber trabajado nunca, formal o informalmente, en conjunto con otros, para beneficio de su comunidad. En otra serie de encuestas, realizadas a lo largo de varios años, acerca de los valores de los mexicanos y en el mundo, se registra una relación inversamente proporcional y robusta entre la felicidad de los mexicanos (que aumentó notablemente entre 1990 y 2003) y su pertenencia a algún tipo de organización. En las palabras de encuestador: “Entre más se organiza el mexicano o se agrupa en diversos tipos de asociaciones, menor es la probabilidad de considerarse muy feliz (…). Los estudios sobre valores han llegado constantemente a la conclusión de que la mexicana es una sociedad que difícilmente se organiza.” Como en todas las encuestas de este tipo, correlación no entraña necesariamente casualidad. Sin embargo, existe una probabilidad razonable de que ambas actitudes – la felicidad y el individualismo – estén relacionadas, en un sentido u otro. En un estudio realizado por GAUSSC publicado en la edición de febrero de 2011 de la revista Nexos, al preguntársele a los mexicanos qué harían: “hacer cosas que beneficien al país,  aunque no beneficien al país”, 39% respondieron lo primero, y 61%s lo segundo.” (p. 46) “La situación no es muy distinta s los mexicanos carecían el ámbito de la política. Mientras los mexicanos carecerían del derecho real y palmario al voto (i.e., elecciones donde el que ganaba recibía mayor número de votos, y el que perdía, menos), las estadísticas sobre la participación electoral resultaban irrelevantes. Esto empezó a cambiar en 1989, y sobre todo a partir de 1994. Pero incluso desde entonces, el porcentaje de mexicanos que llegan a las urnas a votar es bajo: un promedio de 60% en las elecciones presidenciales, y alrededor de 45% en elecciones de mitad de sexenio. Se podría decir que esto se compara perfectamente con Estados Unidos, salvo que los norteamericanos no comenzaron a disfrutar del derecho de voto hace apenas veinte años. Y los datos mexicanos no alcanzan el promedio del hemisferio, donde casi cualquier otro país arroja cifras iguales o mejores y ya sean países con una larga tradición democrática, como Uruguay, Costa Rica y Chile (salvo durante la dictadura de Pinochet), o países que recién estrenan libertades políticas y elecciones democráticas recurrentes, como la mayoría de las naciones de Centroamérica, Perú, Bolivia, Argentina y Brasil. En todas estas sociedades, el número de votantes en las elecciones presidenciales suele ser mayor a 70% y muchas veces rebasa el 80% independientemente de que votar sea un una obligación (como en Argentina), de si empadronarse lo sea (como en Chile), o de si ambas cosas son voluntarias (como en Brasil y Colombia).” (p.47)

“Prevalece una situación paralela en una esfera que debía construir una de las mayores fuentes de acción colectiva en la vida de los mexicanos: la religiosa. Las estadísticas sugieren que tal vez se ha producido un cierto retorno al a espiritualidad en México a lo largo de la última década del siglo pasado y los primeros años del siglo XXI. Pero esto no se ha traducido en una disposición mayor por asistir a misa o a cualquier otra ceremonia religiosa en una iglesia. Al contrario: los mexicanos visitan cada vez menos sus iglesias. Todo esto condujo a la conclusión de que “el retorno de los mexicanos a la espiritualidad no estuvo acompañado por un retorno a las iglesias. Al parecer, el mexicano de los años noventa y de principios de siglo volvió a Dios en lo individual, y no necesariamente a través de la comunidad religiosa (…). Se trata de una fe individualista”. No siempre fue lo mismo, sobre todo cuando los mexicanos vivían en comunidades más pequeñas. Tradicionalmente, las mujeres han sido más constantes en su asistencia a misa que los hombres, y la suma de ambos puede verse como una colectividad. Pero hoy en día, en las ciudades, si la asistencia a misa es síntoma de participación de la sociedad civil, México no pasa la prueba.”(p.48)

“Existen, por supuesto, explicaciones históricas de esta debilidad de la sociedad civil mexicana, que no necesariamente implican una enredada especulación culturar. México fue, durante el periodo colonial entre 1519 y 1821, la joya de la corona. Era el virreinato español más grande del hemisferio, extendiéndose desde el sur de lo que hoy es Oregón en Estados Unidos, hasta lo que hoy es Panamá. Era también el más poblado de los territorios españoles y el más rico – a pesar de que el Alto Perú, la región entre las minas de Potosí y Oruro, competía gracias a la riqueza que generaba la plata. Y, con Perú, Ecuador, el sur de Chile y parte de Bolivia, la única sociedad semi-mestiza, con una población preexistente que sobrevivió a la conquista. En consecuencia, México poseía las militares, religiosas y administrativas (aunque cabe matizar que no existía separación entre Estado e Iglesia en la Nueva España). Por tanto, sí existía una verdadera administración colonial: es decir, había un Estado aunque sin duda destartalado, como se vería con la Independencia.”

“Tendría que transcurrir buena parte del siglo XIX, por lo menos hasta el advenimiento de la dictadura de Porfirio Díaz en 1876, para que México empezara a construir los primeros engranajes del gobierno – por autoritarios, corruptos e inestables que resultaran. Pero Estado había, aunque sólo fuera por las tres guerras que libró con el extranjero (contra Texas, en 1836; contra Estados Unidos en 1847; y contra Francia en 1862), y una intestina, entre 1865 y 1867.”

“Ese estado, en términos relativos, es decir, comparado con otros en América Latina o con el que emergió después de la guerra de Independencia, era fuerte; pero en términos absolutos seguía siendo débil. Apuntalado durante el Porfiriato, la Revolución Mexicana de 1910 volvió a debilitarlo. Pero el Estado que surgió después, como resultado de la Revolución, de la Constitución de 1917 y de la fundación del partido único en 1929, se fue fortaleciendo.” (p.49)

“El Estado, el sistema político y el partido, que conformaron el régimen corporativo que hoy conocemos y que “incorpora” a todos – al ejército, los sindicatos, los empresarios, la prensa, la oposición misma, y de alguna manera también a la Iglesia y a Estados Unidos-. Oprimía y aplastaba a la sociedad civil, sin necesidad de reprimirla. A partir de 1929, fuera del Estado había poco organizado – salvo la Iglesia – en ocasiones, nada. Pero esto no era nuevo, la situación había sido la misma desde la Conquista, o quizá desde el Imperio azteca y la teocracia militarista que explotaba y reprimía a los pueblos vecinos, y tuvo que construir un estado sólido para lograrlo. Ese Imperio, gracias a su sofisticación y agresividad, su teocracia y capacidad de dominación de las civilizaciones, culturas y tribus vecinas, era un Estado fuerte, sobre el cual los españoles construyeron su propio imperio.”

“Así, no debería sorprender que hoy, después de casi 500 años de padecer un Estado tan fuerte, la sociedad civil sea tan débil. Desde esta perspectiva, los mexicanos son desorganizados, con rarísimas excepciones (es notable el caso del temblor de 1985), porque tautológicamente no están organizados; y no están organizados porque un Estado perene, todopoderoso, abrumador los ha desterrado. El Leviatán hobbesiano (inconfundible en la época colonial, al menos tras las reformas borbónicas de finales del siglo XVIII) nunca dejó florecer a la sociedad civil. Y sin una sociedad civil organizada, las personas velan por sí mismas. Cuando eso se repite durante siglos y siglos, la gente se acostumbra y el hábito persiste hasta que sucede algo que cambie definitivamente su modo de pensar. Pero en México ese algo no ha ocurrido de modo que los hábitos del pasado siguen vigentes. Como se verá más adelante, esas “costumbres” – corrupción, nepotismo, falta de respeto por las leyes – persisten desde tiempos remotos.”

“Algunos estudiosos como Carlos Forment han argumentado que, comparado con países como Perú, hubo en México una sociedad civil mucho más vibrante durante la primera mitad y el último tercio del siglo XIX. Forment recurre a estadísticas interesantes sobre el número de asociaciones civiles y económicas creadas en México entre 1826 y 1857, y luego otra vez en la segunda mitad del siglo. Sin embargo, uno se pregunta si el número, duración e intensidad de dichas prácticas asociativas en las comunidades cívicas y económicas funcionaron como un verdadero contrapeso frente al aparente y relativo poder abrumador del Estado, y si la escasa inclinación mexicana hacia la “práctica de la democracia en la sociedad política” no se extendía también a la sociedad civil.” (p.50)

“Ésta explicación histórica se complementa con otra, de corte político y económico actual. Dígase lo que se diga sobre la Conquista, el mestizaje y el régimen colonial condujeron y perpetuaron una concentración exacerbada de la riqueza y, por tanto, del poder – o al revés, dependiendo del tipo de causalidad que cada quien prefiera. Cuando los españoles desembarcaron en Veracruz en 1519 aparecieron dos tipos de capital que de inmediato codiciaron: las tierras y las minas. La Corona y la Iglesia, así como los grandes terratenientes (producto de la hacienda, único sistema que eventualmente permitió a los conquistadores mantener el control sobre los conquistados, sin que éstos se rebelaran, se suicidaran colectivamente, o tuvieron que ser remplazados por esclavos africanos) concentraron esas dos fuentes de riqueza. Los recién llegados se convirtieron en propietarios de todo lo que valía la pena poseer, y esa concentración indiscriminada de riqueza generó una centralización ilimitada de poder político, religioso e intelectual. Con la Independencia despareció la Corona, pero hasta que no se separaron Iglesia y Estado con la Reforma, y hasta el resquebrajamiento de parte de las enormes propiedades de los grandes terratenientes con la Revolución, la simbiosis entre poder, Iglesia y haciendas permaneció intacta. De acuerdo con Sebastian Edwards, al principio del siglo XX había aproximadamente 20 mil bancos en Estados Unidos; en México había sólo 42, “cada uno con poder monopólico, y logrando altísimas ganancias y ofreciendo créditos limitados.” Pero aún, “en 1910 sólo 2.4% de los jefes de familia en el México rural poseían tierras, mientras aproximadamente 19% de los hogares argentinos en 1895 poseían tierras. En contraste, en 1900 casi 75% de los jefes de familia rurales en Estados Unidos poseían tierras”. En un panorama como éste, difícilmente podía emerger una sociedad civil: carecía de bases materiales, es decir, del contexto político y del orden jurídico para germinar, crecer y florecer. No había ninguna vía para la acción colectiva fuera del ámbito estatal tanto en términos económicos como políticos. La sociedad civil era, en el mejor de los casos, flácida e imponente; y en lo peor, inexistente. “(p.51) (p.55)

“Los mexicanos en Estados Unidos, no menos que en casa, se rascan con sus propias uñas. Se relacionan con la familia en su tierra por teléfono y enviando remesas. En muy raras ocasiones, si no es que nunca, se involucran en algún tipo de acción colectiva, salvo los partidos de futbol de fin de semana, o los llamados “Clubes de oriundos”, a los que asiste una minoría muy modesta de los casi 12 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos, la familia cuenta, los esfuerzos en grupo, no. Prácticamente todos los empeños colectivos como el Programa para Comunidades de Mexicanos en el Exterior, el Instituto de Mexicanos en el Exterior y el Programa Tres por Uno han fracasado o se han visto plagados de divisiones, luchas internas y politización.  Hay poquísimas asociaciones mutualistas o de autoayuda como los que florecieron en Estados Unidos durante oleadas de migración anteriores, legales o ilegales. No existen ni siquiera organizaciones gansteriles como las que protegieron y explotaron a italianos, judíos, chinos y otras comunidades recién llegadas, a veces en las peores circunstancias imaginables; pero que con el tiempo se convirtieron en semilleros de sindicatos y partidos políticos locales, así como para otros esfuerzos colectivos. Los salvadoreños dieron lugar a la Mara Salvatrucha en Los Ángeles y Washington;  los dominicanos crearon sus sistemas de autoprotección en las bodegas de Washington Heights, en Nueva York; y los mexicanoamericanos de segunda generación suelen organizarse en pandillas; pero los mexicanos recién llegados no tienen nada, salvo su increíble talento individual, su perseverancia, candidez y ambición. “(p. 55)

“Pero, una vez más, como los famosos cangrejos, prefieren por mucho rechazar al colega exitoso que emularlo o apoyarlo. Ahí yace parte de la explicación de una característica de otro modo insondable de la comunidad mexicana en Estados Unidos: sus interminables, amargas, y auto flagelantes divisiones. Política, legal, regional y socialmente, la comunidad se halla fragmentada, atomizada y polarizada al extremo. Cada vez que intenta organizar una elección o emprender cualquier tipo de actividad unificadora, todo acaba en recriminaciones, reproches de corruptelas, más divisiones y desconfianza entre grupos y quejas interminables sin importar quiénes sean los involucrados. Pocas cosas han resultado tan frustrantes para los políticos en México democrático como hacer campaña entre sus compatriotas del otro lado de la frontera. No hay manera de juntarlos, incluso cuando sus familiares en México han sabido superar las disputas locales.”

“Este rasgo arquetípico de carácter nacional mexicano, confirmado también por cifras procedentes de todo tipo de encuestas realizadas en los últimos años, es contra intuitivo. No se distingue por sí solo y puede parecer, falsa y superficialmente contradictorio con las proezas del país en otros ámbitos. Desde el Archivo Focomunes, hasta Viva México de Serguei Einstein; de John Reed a César Chávez; hasta las representaciones de Graham Greene de los enfrentamientos anticlericales y estudio de Oscar Lewis sobre las familias mexicanas, lo “colectivo” siempre ha ocupado un lugar central en la iconografía mexicana, o en el imaginario social mexicano y extranjero en torno al país, su gente y sus raíces. Las escenas de masas en las películas durante la estancia mexicana del director soviético, las descripciones de los movimientos de masas que hizo Reed en sus primeras aventuras periodísticas, y el modo en el que los muralistas mexicanos representaron en Detroit, Dartmouth y Nueva York (incluyendo el famoso mural destruido de Diego, en Rockefeller Center), plasman la realidad mexicana como si las acciones colectivas fueran su rasgo más sobresaliente. Las masas siempre parecen ocupar el centro del escenario. Incluso en la versión racista y estereotipada de Lou Dobbs de la vida en México, las masas resultan decisivas: millones de mexicanos cruzando como hormigas la frontera, empeñados en “destruir” los valores estadounidenses. México daría la impresión de ser, desde el punto de vista de quienes lo observan y representan, un país donde la gente actúa en conjunto y al unísono. Los mismos mexicanos, además de los observadores extranjeros, suelen enfatizar lo colectivo en lo que ven, escuchan y creen del país. Parecería que es el modo natural e intuitivo de “mirar” una nación donde las masas son supuestamente centrales. Y no cualquier tipo de masas sino las sufrientes pero rebeldes, masas mexicanas.”

“Y sin embargo, incluso en la celebración icónica de la historia y la cultura de México, al final, el individuo siempre termina por imponerse – quizá por un mecanismo subconsciente – en las descripciones de la realidad mexicana. Está el Prometeo de Orozco en Pomona, California, y la larga serie de retratos individuales de personalidades mexicanas e internacionales en su mural de la New School; está el culto de Rivera a Trotsky y a Stalin, o las obras maestras del arquitecto Luis Barragán: residencias unifamiliares, pero para nada colectivas al modo de Le Corbusier, si bien arquitectos como Pani, González de León y Legorreta sí se involucraron en proyectos “sociales”.” (p. 56) (p.57)

“Ni mucho menos cabe lo colectivo en el extraordinario talento de tantísimos músicos y artistas plásticos mexicanos. En todas estas esferas, rige el individuo. México no puede presumir grandes orquestas, bandas de fama mundial, aunque su música haya conquistado Latinoamérica y a Estados Unidos como ninguna. Sus estrellas son individuales, y así actúan siempre. Un concierto colectivo de músicos mexicanos – Juan Gabriel, Los Tigres del Norte, Luis Miguel, Armando Manzanero, Selena (a su manera) o, en tiempos más lejanos, Los Panchos-, semejante a los Woodstocks brasileños contra la dictadura militar de los años setenta y principios de los ochenta, sería imposible. Resultaría inconcebible un equivalente mexicano del concierto organizado por Ravi Shankar y George Harrison en apoyo a la independencia de Bangladesh en 1971, o un Live 8 – los conciertos de Sir Bob Geldof y Bono contra la pobreza en África -, o los esfuerzos de Peter Gabriel, Sting y Springsteen para promover los derechos humanos y combatir el sida. Sólo surgen versiones “patito” de estos eventos, cuando las cadenas televisivas, dueñas de algún modo de los artistas, organiza algún espectáculo con fines más o menos filantrópicos.”

“Tampoco debe extrañarnos que este individualismo en la altas esferas de las artes y el espectáculo se extienda a las demás áreas de la vida cotidiana, incluyendo la violencia perpetua del negocio más grande de México – aquél destinado a satisfacer, como dijo Hillary Clinton, “ la demanda insaciable de drogas” por parte de los estadounidenses. El crimen, en la mayoría de los casos y lugares, constituye una empresa individual. Las viejas mafias italianas en Estados Unidos, los carteles de Colombia, las pandillas callejeras de salvadoreños en Los Ángeles son estructuras jerárquicas rígidas, donde la lealtad hacia arriba es fundamental y unipersonal. El hecho de que los narcotraficantes mexicanos funcionen igual, resulta lógico .Pero nuestros narcos, con su consabida pasión por exhibir poder, riqueza y bravura personal van más allá, a pesar de que esto los pone en evidente riesgo de ser detectados y capturados, y de que tanta ostentación los hace acreedores a la envidia y el resentimiento más desencarnados. Representan, sin duda, la cima del individualismo mexicano: la posibilidad de “hacerlo solo”, de volverse rico, poderoso y popular sin la ayuda de nadie, de enfrentar solo al Estado y los estadounidenses, y de morir, por supuesto, solo. Los legendarios cárteles mexicanos, desde los años ochenta, estaban en manos de un individuo o una familia. Uno de los cárteles más recientes y violentos se autodenominó, con razón, La Familia. Como veremos, los narcos le atinaron: el individualismo mexicano es un individualismo de familia.” (p. 58)

“Aún en la esfera del dinero reina el individuo. Todos los países tienen su corte de ricos y famosos, y todos gozan de una existencia más bien apartada de y ajena al resto de la sociedad. En todos lados hay un puñado de gente extremadamente rica, separada y desvinculada de los demás. Pero en ningún lugar la brecha entre los más ricos (o el más rico) y los meramente ricos – por no decir entre los ricos y los pobres. Es tan amplia como en México. El individuo más acaudalado del país es diez veces más rico que el magnate que le sigue: como si la diferencia entre Gates, Buffet y la familia Walton en Estados Unidos fuera de diez a uno. Ese individuo posee un patrimonio 50% mayor, según la lista Forbes de 2010, que los siguientes ocho mexicanos más ricos juntos, y probablemente que los veinte que siguen. El problema no es que haya una clase pudiente en México, sino que un empresario resulte ser mucho, pero mucho más próspero que todos sus colegas unidos. Ese empresario, como todos saben, es Carlos Slim, el hombre más rico del mundo cuando los mercuriales caprichos del mercado de valores así lo deciden.”(p.59)

“Slim es un caso raro entre los magnates mexicanos, como podría esperarse. Rara vez ostentoso, casi siempre mostrando buen gusto con la fortuna que ha adquirido, dedicado a la vida familiar (su mujer murió en 1999 de una enfermedad renal y no se ha vuelto a casar), y bastante progresista en sus opiniones políticas, ha alcanzado una estatura curiosa en el país donde nació e hizo fortuna. El millonario procura rodearse de intelectuales y casi siempre los seduce  -sin aparente interés propio- y generalmente evita el camino tradicional que utilizan los demás ricos para rodearse de escritores, artistas y políticos: el dinero y la corrupción. En compañía de líderes y celebridades extranjeros o locales, conversa con Bill Clinton de béisbol; se reúne a menudo con Gabriel García Márquez, y frecuenta a Felipe González y Carlos Fuentes. Pero no los utiliza, es decir, no les pide favores que pongan en riesgo su integridad ni su imagen pública. Es generoso con su tiempo  -aunque no siempre con su dinero-  y es asombrosamente accesible, discreto y bien humorado.”

“Pero Slim tiene una clara conciencia de su posición y poder. Las conversaciones con él son más bien monólogos -sean sobre negocios, las computadoras de sus hijos, la glaciación, el béisbol, la política o las personas.  Hace siempre hincapié en sus puntos de vista individuales; cualquier intento colectivo con él implica alinearse con sus visiones, intereses y ambiciones. Con el tiempo, Slim se ha vuelto más filantrópico, pero él mismo maneja cada detalle de sus fundaciones.” (p. 60)

“Su única actividad colectiva es su familia; los hijos administran muchas de sus empresas, pero incluso en el día a día los vigila de cerca. A pesar del enorme poder que ha adquirido Slim en México, así como en muchas otras partes de América Latina, done es dueño de las compañías telefónicas más grandes, opera, actúa, y en países donde ejerce cierto dominio, prefiere trabajar solo: un lobo estepario, en la gran tradición mexicana. Slim no es, de ninguna manera, un mexicano posmoderno, que pone su impresionante talento y poder al servicio de una acción colectiva.  La única excepción y no muy alentadora, por cierto, es el grupo de millonarios latinoamericanos que convoca una vez al año en distintos lugares del mundo, con sus respectivos hijos, para que las nuevas generaciones de ricos puedan socializar entre ellos y empiecen a aprender los gajes del oficio y cómo llevar la batuta de los negocios familiares y nacionales. Carlos Slim, sin importar su enorme fortuna, poder y capital social, es tan individualista como nuestros atletas, artistas, políticos y los mexicanos en general.  No es de ningún modo un “robber baron” como los magnates norteamericanos del siglo XIX, pero sí es producto del sistema mexicano. Aunque le ha ido muy bien en Latinoamérica, donde, al igual que en México, impera una protección muy particular a los monopolios, ha corrido con menos suerte en Estados Unidos.”  (p. 61)

CAPITULO 2: Por fin: Una clase media mexicana.

“A finales de 2008, poco antes de que la crisis financiera golpeara al mundo y a México, una porción intolerablemente amplia de la población mexicana permanecía atrapada en la pobreza. Si bien la pobreza extrema (menos de un dólar con veinticinco centavos por día de ingreso) y la pobreza a secas (menos de dos dólares diarios) habían caído de manera abrupta durante la década anterior, ambos tipos de pobreza aún arrojaban niveles inadmisibles. Entre 1992 y 2008, la pobreza extrema, también llamada “nutricional” (cuando no alcanza ni para comer) había descendido de 21.4% a 18.2% de la población total. La categoría más amplia, conocida en México como pobreza “patrimonial” (cuando no alcanzan para satisfacer necesidades más allá de comida y techo), se redujo de 53.1% a 47.4%. Más de 47 millones de personas eran pobres aún y unos 11.2 millones vivían en la absoluta miseria. Así, México seguía siendo uno de los países más desiguales en la región más desigual del mundo. La concentración de riqueza, ingresos y oportunidades resultaba enorme, y la brecha entre ricos y pobres inmensa; esta situación ha sido denunciada una y otra vez por observadores nacionales e internacionales por más de dos siglos. Pero esas cifras vergonzosas escondían la cantidad de mexicanos que ya no estaban hundidos en la pobreza: aquellos que por una u otra razón rebasaron la línea de pobreza y llegaron a otra parte. Se transformaron en la nueva versión mexicana de la clase media tradicional de los países ricos.”(p.83)

“Hoy, México por fin se ha convertido en una sociedad de clase media. No de modo categórico ni definitivo, pues apenas ha traspasado la barrera donde comienza el paraíso y es aún muy vulnerable a retrocesos, sobre todo tras la crisis de 2009. La contracción de casi 7% de la economía ese año, más una serie de ajustes en las mediciones, condujeron a una recaída en la pobreza de casi 4 millones de personas. La recuperación económica de 2010, con un crecimiento de 4% y una ligera mejora en los ingresos, permite suponer que la situación del país hacia finales de 2010 fuera semejante a la que imperaba antes de la crisis. Con los saltos expansivos entre 1940 y 1982, de nuevo entre 1989 y 1994 y, sobre todo entre 1966 y 2008, el país llegó a un punto donde la mayoría  -exigua-  de la población cumplía con cualquier definición de clase media. Desde la Independencia y hasta la fecha éste es el mayor logro de México; si resulta duradero transformará al país de manera irreversible.  Sin duda, a lo largo de los últimos tres sexenios  -el de Ernesto Zedillo, el de Vicente Fox y el de Felipe Calderón-  México se ha transformado. El reto mexicano consiste en alcanzar un crecimiento económico y la consiguiente expansión de la clase media, aún cuando sus valores y tradiciones  -sobre todos de sus nuevos miembros-  permanecen incompatibles con el mundo moderno.”(p.84) (p.85)

¿Qué es una nueva clase media?

“Los patrones de consumo ilustran esta evolución, si bien no necesariamente la definen. Tal vez el ejemplo más impactante, por anecdótico que parezca, se encuentre en una encuesta levantada a principios de 2007 por una aerolínea nueva de bajo costo: Volaris. De acuerdo con dicha encuesta realizada entre sus pasajeros al arranque de operaciones, casi la mitad volaban por primera vez     -una circunstancia que se debía, sin duda, a las tarifas mucho más bajas que cobraba para vuelos domésticos. Pero en realidad no requerimos estudios de mercado para darnos cuenta: con sólo observar a los pasajeros era obvio que no se trataba de los viajeros tradicionales de la época anterior.” (p.93)

“Ahora había obreros y meseros buscando trabajo en Los Cabos, Puerto Vallarta o Cancún, o migrantes potenciales volando hacia Tijuana, donde emprenderían su viaje a la frontera y al “otro lado” a pié, en autobús o pick-ups de “polleros”. Pero también familias desplazándose en avión hacia su primera vacación, con incontables infantes y jóvenes, suegras y abuelos, así como papás jóvenes, todos con su arquetípico aspecto mexicano: bajos de estatura, morenos, lampiños y lacios y con algo de panza: todos inmensamente contentos con las nuevas circunstancias de sus vidas.”

“Eran los viejos pasajeros de autobús que ahora, gracias a los nuevos precios y a mayores ingresos disponibles, podían viajar en avión. En un vuelo de regreso de Acapulco en 2008, iban el nieto de uno de los más prósperos banqueros mexicanos de los años sesenta y setenta, el hijo de un ministro de Relaciones Exteriores y un ex ministro de Relaciones Exteriores, el dueño, de 85 años, de la más grande cadena de radiodifusoras, y la bisnieta de Plutarco Elías Calles. Se mezclaban con ellos incontables finsemaneros regresando de sus departamentos en la nueva sección de Acapulco, donde la clase media alta de la ciudad de México ha comprado los casi 10 mil cuartos construidos en innumerables condominios a lo largo de los últimos quince años. La diferencia estriba en que cuatro o cinco décadas atrás, esta nueva clase alta de Acapulco habría estado totalmente segregada de aquellos turistas de bajos ingresos que inundaban  -durante Semana Santa y tal vez en el puente del 15 de septiembre- las playas de Caleta, Caletilla, y Hornos. Hoy, junto a los semi-rascacielos en Punta Diamante, atrás o al lado, se yerguen departamentos de bajo costo, con vistas, terrazas o albercas menos espectaculares, pero con el mismo mar para nadar, la misma arena donde juegan sus niños y la misma playa para montar a caballo, subirse a las cuatrimotos, yetskies y deltaplanos; las mismas almejas, ostras, camarones y pescadillas para comer. La playa es ruidosa y desordenada, bulliciosa, atiborrada de gente; pero ahora, en los hechos y no sólo en el papel, les pertenece a todos. En Acapulco, se despliega la nueva clase media mexicana en plena acción.”

“Antes de describirla de modo más completo y con más detalle, regresemos a la discusión técnica, hasta cierto punto tediosa, de qué es, exactamente, esta clase media. A la mitad del auge de los llamados mercados emergentes al inicio de este siglo (o algunos años antes en China e India), surgió una verdadera industria dedicada a medir, clasificar y ensalzar la aparición de una clase media global, sobre todo en el mundo en desarrollo. El Banco Mundial, The Economist, Goldman Sachs, muchos autores e innumerables periódicos y revistas académicas tomaron nota de la tendencia global de la expansión de la clase media y construyeron una taxonomía universal, específica, precisa y operativa.”

“¿Cómo definen esos términos dichos expertos y las instituciones financieras multilaterales en donde suelen trabajar? Si a partir del ingreso, pero también del consumo. De acuerdo con el Banco Mundial, la clase media es aquel grupo transversal de los habitantes que  compra coches, hace turismo internacional, demanda productos de clase mundial y requiere estándares internacionales de educación superior. El Banco cita a economistas según los cuales, a ojo de buen cubero, el ingreso de esta clase media se ubica entre el ingreso per cápita de Brasil en el año 2000 (4 mil dólares en PPC) e Italia (16,700 dólares en PPC), entre 12 y 50 dólares al día. El amplio margen entre el piso y el techo se debe a que, aun con ajustes del poder de compra, ser de clase media en India, China, Brasil o México, es muy diferente a serlo en Alemania, Canadá o Japón.”

“Según estas estimaciones cualquier habitante del mundo en desarrollo que disponga un ingreso familiar anual superior a 72 mil dólares es  rico ; aquellos cuyo ingreso familiar anual sea inferior a 16,800 dólares es pobre, y todos los demás son clase media. El seminario británico The Economist traduce todo esto a un lenguaje más simple: calcula que el estatus de clase media varía en cada país dentro de un rango de 10 a 100 dólares diarios por persona, y que por lo menos un tercio de este ingreso debe ser discrecional, es decir, dedicarlo a alimentos no esenciales, vestimenta, vivienda, agua potable, etcétera.”

“Existen otras definiciones, algunas un poco más antiguas y otras más recientes, que buscan resolver las dificultades y contradicciones de estas clasificaciones. Como lo resumió The Economist en un estudio especial sobre la clase media global a inicios de 2009, debe distinguirse entre una definición absoluta y una relativa: El rango de ingreso medio en cada país. La más conocida de estas definiciones es la del Director de la Escuela de Negocios Sloan del MIT, Lester Thurow. Este toma la mediana del ingreso de un país; luego añade y sustrae 25% de esa mediana y después calcula cuánta gente hay en ese rango: la clase media. Pero como dijo The Economist, esta definición relativa  cambia de lugar en lugar y, por ejemplo, en algunos países de África puede llegar a carecer de sentido ya que los niveles absolutos de ingreso que implica son minúsculos. La objeción a las clasificaciones absolutas de piso y techo es que excluyen literalmente a miles de millones de personas en India y China, y quizá en Brasil e Indonesia, que pertenecen a la clase media baja pero que no alcanzan un ingreso de por lo menos 12 dólares diarios. Quizá la síntesis más apropiada consista en la propuesta de otro economista del Banco Mundial, Martin Ravaillon, que prefiere considerar la existencia de dos clases medias en cada país en desarrollo: una, de acuerdo con criterios internacionales, y otra definida por criterios del propio país. El resultado que consigue con esto es un rango de entre 2 y 13 dólares por día. Este espectro considera todos los sustratos necesarios.”

“El Banco Mundial, así como muchos economistas y otros académicos que han mapeado estas tendencias, prevén una constante y significativa expansión de este segmento demográfico del mundo durante las siguientes dos décadas. Hoy, aproximadamente la mitad de la  clase media global  reside en el mundo en desarrollo; de acuerdo con estos cálculos para 2030 la cifra llegaría a 92%. Ciertamente, el crecimiento de la clase media en China e India surte un impacto desproporcionado en esas estadísticas, puesto que el desempeño y la prosperidad de esas dos naciones representa el 40% del bienestar (o pobreza) de la población mundial. Lo importante, sin embargo, reside en entender que el impresionante crecimiento de la clase media mexicana durante los últimos quince años es parte de una tendencia mundial, y los expertos han avanzado mucho en medir y definir con exactitud de lo que están hablando.”

“Si aplicamos todas esas definiciones y números a México en 2008, poco más de la mitad de los entonces 26.7 millones de hogares mexicanos pertenecían a esa clase media, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH). De hecho, los datos sugieren que hasta 60% de la población disfruta ahora del estatus que va desde clase media baja a rico  -una cifra no muy distinta de la que arrojan Brasil, Colombia y Chile, también con 40% en la pobreza. Para 2012, al final del periodo de Felipe Calderón, la población del país será, más o menos, dos terceras partes de clase media con todo lo que ello implica política, económica y socialmente; pero tal vez no, desafortunadamente, en términos culturales.”

“De acuerdo con la ENIGH citada, los seis deciles superiores de la escala mexicana de ingresos, caen más o menos en los rangos que acabamos de delinear. Si calculamos de nuevo el ingreso per cápita, el PIB per cápita para el quinto decil, de 8,440 dólares corrientes de 2006, superaría por más del doble las cifras brasileñas del piso mencionadas arriba. Del lado del gasto, los seis deciles más prósperos de la población mexicana claramente asignan más de 30% de su ingreso a lujos como celulares, automóviles, educación y salud privadas, vacaciones y onerosos bienes de consumo, etcétera. Si regresamos a la ENIGH de 2008, el quinto decil gastó aproximadamente un tercio de su ingreso en productos discrecionales como coches, vacaciones, recreación, hoteles, festejos, accesorios y artículos personales, comunicación y otros gastos. Ciertamente, dentro del quinto decil las definiciones de vacaciones pueden variar mucho y las cifras no deben verse como algo exacto, sino indicativo. Los siguientes cinco deciles hacia arriba en la escala dedicaron un porcentaje todavía mayor de su ingreso a tales rubros. Desde la perspectiva de las investigaciones de mercado, el nivel socioeconómico designado como D+ (clase media baja) destinó 26% de sus gastos a artículos supuestamente no esenciales para 2008 el porcentaje puede alcanzar 28-29%, cerca del 30% considerado por The Economist como condición necesaria para alcanzar el estatus de clase media.”

“Incluso la oposición más estridente de la izquierda corrobora esta visión. Cuando a lo largo de la campaña presidencial de 2006  -y desde entonces-  Andrés Manuel López Obrador repetía obsesivamente que en México había 40 millones de pobres, sólo exponía el otro lado de la ecuación. En un país de 110 millones de habitantes, restaban setenta millones de individuos no pobres, ¿y qué más podrían ser sino una amplia clase media baja de mexicanos, con unos cuantos ricos y famosos?”

“Todo esto nos devuelve a nuestra premisa. Como se mida, México es hoy, como Brasil, un país donde la clase media representa ya la mayoría de la población. Puede no ser una calca de la clase media del Viejo Mundo y evolucionará en formas difíciles de predecir, pero se ha convertido en la piedra angular de la nación, que no era así hace apenas quince años. Ya sea que comparemos los datos de hoy con los de 1994 o de 1996, es evidente que de aquella fecha a esta parte México ha experimentado una expansión de la clase media. De acuerdo con esta perspectiva, las clases medias del mundo han crecido por saltos o explosiones: una primera en el siglo XIX en Europa Occidental y Estados Unidos, más o menos entre 1820 y 1890, gracias al largo ciclo de industrialización, urbanización y organización de la clase obrera; en estos mismos países, una segunda entre 1950 y 1980 (Durante el periodo que los franceses llamaron les trente glorieuses) y la nueva explosión, en curso, sobre todo en Asia y América Latina.”

“Antes de pasar a explicar cómo México se convirtió en una sociedad de clase media, puede ser útil evaluar el progreso realizado por el país durante la pasada década y media desde el punto de vista de los ingresos y gastos. Como dijimos, es preciso excluir 1995, pues en ese año la economía mexicana se desplomó, se desvanecieron casi un millón de empleos, y decenas de miles de personas perdieron sus casas, ahorros, automóviles, etcétera.  Ese año distorsiona cualquier comparación. Así, o usamos el año anterior o el siguiente, dependiendo de cuándo se realizó el estudio estadístico más relevante.” “En 1994, el sexto decil de la sociedad mexicana recibió un promedio de 4 dólares por día  -bajo ninguna circunstancia se aproximó siquiera al nivel de clase media.  Sin embargo, la mediana del ingreso fue 2,800 dólares, el rango de Thurow era de 2,100 a 3,500 y sólo 45% de la población mexicana entraba en esa categoría. El ingreso per cápita llegaba apenas a 2,500 dólares, un poco arriba del piso brasileño. La comparación discrecional de los niveles de ingreso es también reveladora.  Sólo los tres deciles más solventes eran capaces de dedicar más de 30% de su ingreso disponible en gastos no esenciales. De modo que por cualquiera de esas medidas agregadas y abstractas, la expansión de la clase media mexicana desde 1994 ha sido espectacular, de la misma manera que la clase media brasileña se ha expandido recientemente. De acuerdo con la Fundación Getulio Vargas, en 2008, los brasileños con ingresos familiares de entre mil y 4,500 reais por año (el  rango Thurow ) representaron 52% de la población, habiendo aumentado 38% en 2003 y 31% en 1993.” “Pero todas esas estadísticas, que a veces pueden aturdirnos, son tal vez menos ilustrativas y significativas que los hechos derivados de otra definición: la que dice que quien consuma como clase media, se vista como clase media, viaje como clase media, etcétera… pertenece a la clase media. La gran diferencia entre hoy y 1994 se resume en el gran salto que dio México mediante el inmenso caudal de mexicanos con acceso a niveles de vida antes reservados a núcleos más pequeños de la población  -abiertos ahora a millones que aspiran a ingresar a la nueva clase media. Esta posee sus ancestros y sus antecedentes. México presumía una vieja clase media antes de 1996 y era relativamente grande, más o menos similar a la de Brasil respecto al total de la población. No es que de repente un país de 100 millones de habitantes, donde un muy pequeño grupo era inmensamente rico y el resto pobre, le brotara una enorme clase media que incluyera a más o menos 65 millones de individuos. La vieja clase media mexicana nació en los años cuarenta del siglo XX, y si bien no es boyante todavía existe. La novedad es el crecimiento, la distribución geográfica y profesional de la  nueva  clase media; importa y es impresionante.” (p.102)

Bibliografía:

Castañeda, Jorge. (2011). Mañana o Pasado. El misterio de los Mexicanos. México: Aguilar.

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